El masivo proyecto de búsqueda de vida extraterrestre SETI causó un gran revuelo en las redes sociales cuando recientemente reveló que podría haber localizado una señal procedente de una civilización inteligente en las profundidades del espacio.
El hallazgo de extraordinarias implicaciones teóricas habría tenido lugar el 15 de mayo de 2015, fecha en la que el radiotelescopio RATAN 6OO propiedad de la Academia de Ciencias de Rusia supuestamente detectó desde Zelenchukskaya una inusual transmisión procedente de la constelación Hércules… ¡a nada menos que 95 años luz de nuestro planeta!
Tan jugosa información fue guardada en secreto hasta que el investigador Paul Gilster la hizo pública tras llegar a su conocimiento la existencia de un estudio que apuntaba a la existencia de “una fuerte señal” procedente de la estrella de 6.3 billones de antigüedad catalogada como HD164595. Dicho astro comparte características similares a las de nuestro Sol, y de momento se ha descubierto un planeta semejante a Neptuno en sus alrededores.
El científico ruso Nikolai Bursov y el matemático y miembro de SETI Claudio Maccone son las dos autoridades científicas que coinciden en que la intensidad de esta señal podría ser muestra de que pertenece a una especie de avanzada inteligencia. El criterio utilizado para tan osada suposición es la llamada escala Kardashev, según la cual cuanto mayor sea la energía utilizada para emitir un mensaje a escala interestelar, más avanzada será la civilización responsable de enviarla. De acuerdo a este parámetro, la señal detectada en Rusia podría ser obra de una raza de Tipo Kardashev 2.
Llegando aún más lejos, conjeturan que dicha civilización tendría que haber construido una titánica red de comunicación conocida como “baliza isotrópica” capaz de distribuir ingentes cantidades de energía en todas direcciones sin perder intensidad. En caso de que dicho mensaje estuviera orientado únicamente en dirección a nuestro sistema solar, hablaríamos de una civilización de Tipo I, ligeramente menos avanzada tecnológicamente pero completamente interconectada.
Según el trabajo del astrónomo soviético, Nikolai Kardashev, una civilización capaz de alcanzar el estatus de Tipo 2 en su escala sería capaz de controlar a su antojo toda la energía generada por su Sol. Para ello se valdría de una “Esfera de Dyson”, otro modelo teórico empleado por los investigadores para describir una inmensa construcción de forma planetoide capaz de albergar la energía de una estrella y transferirla al planeta más cercano.
Todo esto, sin embargo, son conjeturas. Por fascinante que resulte esta posibilidad, no son pocos los que afirman que esta señal, por llamativa que resulte, no reúne las condiciones necesarias para ser considerada como un signo de actividad inteligente por parte de un emisor. Según parece, la persistencia de la señal no es recurrente, ya que al tratar de captarla nuevamente fue imposible localizarla de nuevo. Asimismo, el procedimiento utilizado por los rusos no permite determinar factores como su frecuencia. Por último, la misma muestra podría haber resultado contaminada por interferencias provocadas por emisiones de satélites en su misma banda.
De un modo u otro, parece arriesgado confirmar o descartar la validez de esta señal como prueba de vida inteligente más allá de la nuestra. De momento no nos queda más remedio que continuar mirando a las estrellas, confiando en que en algún momento alguien decida responder desde lo más profundo del cosmos a nuestras preguntas con un simple mensaje que ponga fin a la gran incógnita: ¿estamos solos en el universo?
Fuente: eldiariony.com
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