Los canales televisivos de Irán tienen contenidos muy oficialistas y trasladan un discurso que, en ocasiones, es mucho más estricto que el que emana del régimen hoy en día. Como en otras disciplinas de la vida, aunque el visionado de canales extranjeros sin los controles de moralidad que exigen los ayatolás es perseguido, la Administración se está viendo superada por un fenómeno tan masivo que no puede hacer otra cosa que disimular ante la situación.
Hace 12 años Asfar venció la desconfianza a instalar una pequeña antena parabólica en su casa, como ya lo hacían muchos iraníes a pesar de que están prohibidas. Cada cierto tiempo se publicaban noticias sobre redadas en los barrios para destruirlas, pero lo suyo no era miedo a las autoridades. Estaba cansada de la televisión pública iraní “por mentirosa”, pero no se atrevía a ver canales extranjeros porque temía que sólo pasaran temas relacionados con sexo.
Entonces tenía 80 años y su experiencia con la televisión se limitaba a aquélla de los tiempos de la monarquía que gobernó hasta 1979, donde las grandes estrellas de la música persa como Googoosh o Hayadeh aparecían enseñando sus piernas y cabelleras en blanco y negro, o la que llegó después de la revolución en la que las mujeres se cubrieron por completo con chador y la música desapareció.
“Un día una amiga me dijo que estaba equivocada, que en el satélite había de todo y que yo podía escoger”, dice Asfar, que vive sola desde la muerte de su marido hace dos años. La televisión es su única compañía nocturna.
Fuente: lavanguiardia.com
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